
Hace poco andaba por la calle inmersa en mis viajes mentales, cuando escuché a una familia que hablaba entre ellos. Mientras los escuchaba, pensaba: “Qué antipáticos, ¿por qué andan imitando a los mexicanos?” Su acento me parecía tan exagerado que casi lo sentí como una parodia. Pero, después de un rato, me di cuenta de algo: no es que estuvieran imitando a los mexicanos, es que eran mexicanos.
Llevo la mitad de mi vida viviendo en Barcelona. Mi niñez y mi vida universitaria habitaron México, y mi vida adulta, España. Eso significa que he “perdido” o “ganado” cosas, además de tener conflictos de identidad. Cuando hablo con mis padres, me dicen que no me entienden, que hablo diferente, me interrogan: ¿por qué dices: tío, nevera, ordenador, móvil, lavabo, hostia, mare meva (madre mía) cojones o mierda?, y yo tengo que hacer un ejercicio mental y escoger minuciosamente las palabras cuando hablo con ellos.
En Barcelona, la cosa se complica aún más. De entrada, no respondo al imaginario físico de lo que se “entiende” por latina. Me han dicho de todo, que si soy rusa (los cachetes), china (efecto eyeliner), y demás nacionalidades, solo hasta que me escuchan hablar caen en la cuenta de que soy mexicana. Eso de alguna manera me causaba una herida profunda, porque para colmo no soy de tequila, ni de mezcal, soy más de gin-tonic, no bailo salsa ni cumbia… En pocas palabras: soy una mexicana aburrida que anda por la vida decepcionando a la gente por no parecer mexicana.
No ser de aquí ni de allá es una cosa que nos atraviesa a los migrantes, pero ¿qué es la identidad? Para Stuart Hall, teórico cultural y sociólogo jamaiquino, la identidad cultural es "un proceso 'en construcción', un discurso en constante proceso de formación, nunca completo, siempre 'en proceso'".
Leyendo a Hall, recuerdo una vez que un compañero de la facultad de Periodismo me llamó por teléfono en plena madrugada para preguntarme sobre los atentados que hubo en Londres en 2005 —yo en ese tiempo vivía en un pequeño poblado a una hora de la capital inglesa—. No le di mucha información, porque yo no había vivido el atentado, pero eso no le impidió escribir una nota al respecto. Tiempo después me enteré de que lo que verdaderamente trascendió de esa entrevista era que, para sus oídos, mi acento había cambiado y era una total traidora y mamona porque ya no hablaba como “mexicana”.
Jamás había pensado en la identidad hasta ese momento. El estar fuera de México y ver cómo se perciben a los mexicanos en el extranjero me llenó de dicha porque nos tienen en alta estima, pero también fue darme cuenta de los miles de clichés, algunos de ellos son: que nacemos con una botella de tequila y chile bajo el brazo, que nuestro estómago es indestructible porque comemos toneladas de picante y que llegamos tarde a todos lados. Además, he vivido cómo nos perciben los mexicanos a los que estamos fuera. Un juego de espejos que a veces puede ser bastante perverso y poco empático.
Taiye Selasi es una escritora cuya literatura se centra en temas de la identidad. Acuñó el término afropolitismo para referirse a los jóvenes de origen africano que tienen una identidad híbrida, como ella, que nació en Inglaterra, pero de padres africanos que anduvieron de trotamundos por el mundo.
Una amiga mexicana alguna vez me dijo “eres la mexicana más española”, y yo pienso, pero ni siquiera me siento española, aunque tenga la nacionalidad. Me sigo emocionando a mares con las tradiciones mexicanas, es casi una celebración cuando encuentro un aguacate en condiciones, me siento más feliz cuando hay picante en casa y lloro desconsoladamente cuando escucho a un mariachi.
Tal vez, la poca españolidad me viene en los modos, ahora soy más directa, (a veces puedo ser muy brusca, OI dirá que siempre), maldigo en español de España, además he incorporado en mi escritura y en mi habla el pretérito perfecto compuesto, en vez del pretérito perfecto simple. Me encanta el pa amb tomàquet —pan con tomate— con su aceitito de oliva, y en verano bebo infinitamente cerveza fría y el resto del año vino tinto.
“Toda identidad es experiencia”
Taiye Selasi
Siguiendo con Selasi, nos dice por ejemplo que el pasaporte de un país no nos define, sino las experiencias particulares y los lugares donde ocurrieron. Nos pueden negar, tachar, quitar un pasaporte, pero no las experiencias. Para ella, decir que eres de un país es llenarse de clichés, además los seres humanos no provenimos de conceptos abstractos como los países. Cuando le preguntan ¿de dónde eres?, ella reformula la pregunta por ¿dónde eres local?
Taiye nos invita a reemplazar la palabra nacionalidad por local porque desplaza el foco a la vida real, porque como unidad de experiencia humana el país se queda corto, no funciona.
A mí cuando me preguntan de dónde soy, respondo así: nací en el DF (me rehúso a decir Ciudad de México), a los 12 años me fui a vivir a Morelia (Michoacán) y a los 20 me vine a Barcelona.
Somos locales o multilocales porque en realidad no tenemos relación con todo un país, sino con muchas comunidades de ese país. Son capas que se mezclan y no pueden negarse.
Si quieren comprobarlo, Taiye Selasi nos propone hacer el test de las Tres R (rituales, relaciones, restricciones) para encontrar ese lugar local que hace que nos sintamos de ahí.
Rituales, son esas actividades cotidianas que son parte de nosotros. Las relaciones son esas conexiones que hacemos con quienes hablamos regularmente, esas personas que forman parte de nuestras experiencias emocionales, que dan forma a nuestros días, nuestros pensamientos, nuestra vida.
Somos locales ahí donde llevamos nuestros rituales y relaciones, pero ¿dónde experimentamos eso? Acá aparecen las restricciones que limitan el lugar donde podemos vivir. Hay lugares donde tenemos a nuestras familias, amigos, nuestros rituales, pero la economía, la violencia, los desastres naturales o un pasaporte nos impiden estar con ellos.
Ustedes ¿De dónde son?
El escritor Pico Iyer —de raíces indias— también reflexiona sobre de dónde somos, una pregunta en apariencia sencilla y cotidiana, nos dice, pero que requiere respuestas complejas porque puede significar el lugar donde nacimos, crecimos, nos hemos educado o puede significar el sitio donde nos sentimos profundamente arraigados o el sitio donde pasamos la mayor parte del tiempo. Pero si alguien nos pregunta ¿cuál es tu hogar?, la pregunta tiene que ver menos con un pedazo de tierra, porque un hogar es todo aquello que uno lleva dentro.
¿Qué es sentirse en casa?
Es donde uno se sienta bien, y ese sentirse bien puede ser en muchas partes. Cuando estoy en México me siento plena con mi familia, con la gente tan afable, divertida, ingeniosa, espontánea y la comida, la bendita comida. Cuando estoy en Barcelona me siento en casa porque me siento libre. Libre de caminar, de pensar, de hablar o de vestirme como se me da la gana.
Seguro que a lo largo de mi vida tendré más hogares que pueden estar en España o a 8500 kilómetros de distancia. Como migrantes, muchas veces nos sentimos forzados a elegir de dónde sentirnos. Escoger ser de un solo lugar, significa renunciar a otro, o incluso renunciar a la posibilidad de migrar de nuevo. Pareciera que como migrantes todo significa renunciar, renunciar, renunciar.
Taiye Selasi: Don't ask where I'm from, ask where I'm a local | TED
He descubierto que un pedazo de tierra no significa nada si no siembras experiencias en ella.
Antes tenía una batalla conmigo misma, no me sentía o me hacían sentir que no era lo suficientemente mexicana; y aunque llevo veinte años en Barcelona, la gente me seguirá viendo como una inmigrante. Después de tantos años, por fin ya resolví el dilema: soy Mali, ni de aquí, ni de allá, y eso que antes veía como una falta de identidad, ahora lo veo como una ventaja porque tengo la posibilidad de ver el mundo desde diferentes ángulos, a veces como mexicana, a veces como barcelonesa o ambas.
Collage sonoro
Agradecimientos especiales a todas las personas de la Comunidad de Oyentes de
que me enviaron sonidos de los lugares que habitan, lugares en los que fueron o son felices (Paola Cadena, Natalia Pucheu, Pablo Fisher, Mara, Juan Pablo Berch, Jean Pierre, Carlos Arroyo y Luz Rodríguez).Ya que estamos con el tema voy a recomendar:
Las historias de mi nombre: Es un episodio del podcast Radio Ambulante. En él, el protagonista, ante un padre ausente, crea su identidad a partir de los retazos que va conociendo sobre su progenitor.
De aquí y de allá: En este reportaje del New York Times (está la versión en español) cuentan la historia de Jenny Aguayo-Frausto, nacida en Estados Unidos, y su pareja —ambos de padres mexicanos— que decidieron mudarse a México y solicitar la nacionalidad como una forma de honrar a sus padres migrantes.
Estado de Exilio: Este poemario me hizo reconciliarme con la poesía. Cristina Peri Rossi, Premio Cervantes 2021, recoge de manera magistral el sentir migrante, esos apuros y corazones rotos que nos deja estar lejos de nuestra tierra y de nuestra gente.
Y para el cierre, que mejor que con la poesía de Cristina Peri Rossi.
Los exiliados II
Hablamos lenguas que no son las nuestras
andamos sin pasaporte
ni documento de identidad
escribimos cartas desesperadas
que no enviamos
somos intrusos numerosos desgraciados
sobrevivientes
supervivientes
y a veces eso
nos hace sentir culpables.
Esta entrega fue auspiciada por Supertramp y la canción Goodbye stranger que fue mi himno del mes de octubre.
Goodbye stranger it's been nice
Hope you find your paradise
Tried to see your point of view
Hope your dreams will all come true.
Parafraseando al escritor español Jorge Carrión; que no te dé flojera entrar en los links de los artículos, audios y videos, solo tienen sentido si son leídos, escuchados o vistos.
Cualquier cosa, aquí andamos. Me gusta que me leas, pero me gusta más y me hace más feliz que me hagas compañía con tus comentarios.
Gracias por leerme y por la escuchadera.
¡Nos vemos el próximo mes!
¡Adiós!
Y de colofón puedes seguirme en:
Yo me considero una gallega que al mismo tiempo es muy poco gallega y galleguísima. De Estados Unidos, país del que tengo pasaporte, tengo muy poco, pero algo dentro de mí me impide renunciar a él. Me gustaría ser más nórdica, más danesa o sueca. Me atraen ciertas formas que tienes de enfocar los asuntos sociales y las relaciones comunitarias pero tienen un clima y una comida que son imposibles para mí. El asunto es que cuando eres de un lado y te mueves a otro, ya el encaje para regresar es complicado, porque ya no eres la misma persona.
Hola Mali, que placer leerte!
Sin dudas la experiencia hace a la identidad, la cual no es estática sino que cambia y se trasnforma con el tiempo y nuestros movimientos.
Nací en el sur de Argentina pero viví 16 años en otra ciudad más al norte, nunca me sentí parte de ese lugar a pesar del tiempo que pasé allí. Hoy viviendo en Europa cuando digo de donde soy menciono primero La Patagonia y luego aclaro que viví mucho tiempo en Córdoba, porque aunque me resista ese lugar también me identifica. En este momento vivo en Italia, intento preservar mis rituales y relaciones, aunque es difícil no incorporar algunas prácticas locales. Fisicamente no respondo al estereotipo latino, pero soy facilmente identificable cuando camino por las calles con el mate en mano. Sigo viendo fútbol de Argentina, el fútbol europeo me aburre. Me gusta la cumbia, pero prefiero acostarme temprano que salir de fiesta. En una juntada en Francia, alguien me preguntó si sabía bailar, y antes que pudiera contestar, un francés respondió por mi: "claro que sabe, es latina".
En fin, no quiero extenderme mucho más pero quería comentarte un poco todo lo que pasó por mi mente mientras te leía.
Me llevo a Taiye Selasi, que no la conocía, así que gracias por compartir! 🥰
P/D: Que lindo que es México y su gente! ✨